El pasado 11 de julio regresó de Alemania Gonzalo, primer alumno del IES Pino Montano que ha disfrutado de una movilidad individual de corta duración en un centro europeo dentro del programa Erasmus+ dirigido a Educación Escolar. Gonzalo ha pasado tres semanas en la ciudad alemana de Rodgau, aunque como él mismo nos cuenta, no ha parado quieto ni un momento.
Si bien en la primera semana participó en las actividades de la movilidad en grupo que también hemos realizado, durante los siguientes quince días ha experimentado lo que es una estancia con una familia alemana, asistiendo a clases en el centro escolar Georg Büchner Schule. Viene maravillado por los paisajes y las instalaciones del instituto y satisfecho por haber mejorado su inglés, haber aprendido algo del idioma y la cultura de Alemania y haber creado lazos personales que seguro sabrá mantener en el futuro.
Gonzalo asegura que repetiría sin pensárselo dos veces. Además, ha querido contarnos así su experiencia:
Soy Gonzalo Casero García, estudiante de 2º Bach. Aquí voy a contaros mi experiencia.
Yo me alojé en Rodgau, un pueblo cercano a Frankfurt en la región de Hesse, situada en el centro de Alemania. El pueblo, en comparación es parecido a Gelves, no es muy pequeño y está a media hora de la ciudad; está rodeado de naturaleza y alberga un almacén de una empresa local. Este pueblo se compone por otros cinco pueblos pequeños, Jügesheim, Nideir-Roden, Rodwall, Offenbach y Düdenhoffen, donde yo me hospedé. Düdenhoffen es precioso, con algunas tiendas y heladerías para pasar la tarde a gusto, tiene un parque que conecta los cinco pueblos.
La familia con la que estuve fue… bueno inolvidable. La madre era muy simpática y alegre, sin embargo, sus hijos eran sequísimos, aunque me importó poco, el hermano mayor y la madre hacían los planes para los fines de semana.
La primera semana que estuve en Alemania estuve junto al grupo del instituto que vino conmigo, además había otro grupo, de Madrid, en el instituto alemán. En esta primera semana salí casi todos los días, ya sea al lago del pueblo o al pueblo a dar vueltas, la verdad fue muy divertido.
La segunda semana ya me quedé yo ‘’solo’’, realmente era el único español allí pero no resultó problema. Los alemanes son más reservados en un inicio, pero después de hablar con ellos son muy simpáticos y abiertos. Yo me acabé juntando con los inmigrantes del instituto, ucranianos y kurdos más que nada; esta gente sí son más abiertos de un primer momento… aunque con algunos no teníamos alguna lengua común para comunicarnos y usé el traductor de google. Este fin de semana la familia me llevó a ver una ciudad, cuyo nombre no logro recordar, que fue muy importante en la antigüedad por su posición en el río Rin; esta ciudad fue la que más conserva su historia de todas las que he visto.
En la tercera semana salí por la tarde con un grupillo de gente que hice allí, casi todas las tardes jugábamos al fútbol o al rugby… no hay mucho más que contar. El fin de semana último estuve en Höckendorf, un pueblito minero situado en la región de Sajonia, aquel viaje fue 5 horas en coche con la música a todo volumen, he de decir que muchos músicos alemanes son del género pop-techno. La mayor parte de esta región es un valle con árboles de tronco fino y colinas gigantescas, la vista no puede ver claramente el horizonte ya que se lo impide este paisaje; el pueblo, al ser pequeño, tenía un riachuelo en la mayoría de sus calles, lo que me sorprendió es que el agua, aparte de su claridad, estaba tan limpia que había pececillos en esta. Höckendorf tiene un zoo propio, además de una galería de arte, un museo minero y un bar de unos 500 años de antigüedad, y aún se usa. El fin de semana viví con la familia y los abuelos de esta, eran muy hospitalarios y risueños, me asombró lo diferente a lo que son con respecto a sus nietos. La casa era gigantesca, podrías perderte incluso; cada habitación era como una nueva casa, todas decoradas de diferente manera, desde colores hasta muebles, era una maravilla la casa. El sábado me llevaron a Dresde, la capital de Sajonia, la ciudad era bellísima, aunque su arquitectura oscura, esto no fue problema alguno para disfrutarla; de esta ciudad partió Martín Lutero hacia Roma.
En general la experiencia fue magnifica y muy divertida, la única pega que pondría sería el frío, pero siendo verano y yo sevillano, que alivio más grato.